Rosa y oro en el cielo y el ladrillo,
el ocaso del sol se hace mudéjar,
bella entre las espigas , Lugareja,
el corazón enciende con su brillo.
A lo lejos, la torre del castillo,
fuerte sin laberinto y sin madeja,
entre el Adaja y el Arevalillo
que llevan sus romances y su queja.
Alegre encrucijada de caminos,
entre los dos Arévalo palpita
día a día tejiendo sus destinos.
Ahora tu presencia solicita.
Verás amanecer sobre los pinos
y el viento llevará tu voz escrita.
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